haz click aqui para volver al inicio (46K)
Google
 

LA HISTORIA DE PHOEBE, UNA AGAPORNI “NO PAPILLERA”

La compramos en una parada del mercadillo y como todas las aves que se venden allí era salvaje. El único contacto con humanos que tenía era el de la gente que se pone cada miércoles (que es día que viene el hombre del mercado) a mirar los animales que traen.

Llegó a mi casa asustadísima y cada vez que me acercaba a la jaula chillaba como una loca. El piar era estridente y me recordaba al grito que hacen las mujeres africanas... un chillido que se te mete en la cabeza.

Tenía unos 3 o 4 meses. Así era cuando llegó.

-AGAPORNI- (43K)

Esta foto es del primer día de llegar a casa. Como podéis ver el pico ya casi no lo tenía negro, así que más o menos tendría la edad que he comentado.

Puse su jaula en el comedor para que estuviera siempre acompañada y se acostumbrara a vernos. La jaula quedaba justo detrás del sillón de mi marido y tuve que quitarla y cambiarla de sitio porque por la noche, cuando estábamos en la tranquilidad del hogar, después de cenar y viendo (o mejor dicho, durmiendo) la tele como pasa en la mayoría de hogares, nos despertábamos sobresaltados por algún chillido de esos… parecía que lo hiciera adrede, jejeje, no veas los sustos, de infarto! Un chillido que te daba un vuelco al corazón y hacía que te acordaras de su presencia (y de paso, de toda su familia agapornil).

Los dos primeros días solo me acercaba a la jaula para hablarle cariñosamente, y cada vez que pasaba por delante de la jaula le decía cositas. A partir del tercer día empecé a meter la mano en la jaula. Ella se asustaba mucho y se iba a la esquina contraria a refugiarse. Yo me quedaba quieta, sin forzar la situación para que ella viera que no quería hacerle daño.

Empecé a mostrarle pipas y poco a poco se fue acercando a investigar. El carácter curioso y cotilla de estos animalitos puede más que cualquier miedo. Los primeros días venía, cogía rápidamente la pipa y se iba a una esquina a comérsela. Repetía el mismo trayecto con todas las pipas que le daba y en cuanto terminaba de comerse una parecía que esperaba la segunda. Como son aves que no utilizan las patas para sujetar la comida y llevársela a la boca, necesitan un lugar de apoyo para comer. Ella se iba encima de una caja de cartón que le puse a modo de casita-refugio, pero que utilizaba para posarse encima y observar todo lo que pasaba a su alrededor.

A los diez días más o menos conseguí que se quedara en mi mano a comerse la pipa. Es más, cuando vio que yo no representaba ningún peligro para ella, en el momento que ella cogía la pipa, si yo retiraba la mano, ella se quedaba allí esperando y pidiéndome con la cabeza que la dejara apoyarse allí para comer. Era muy gratificante ver como progresaba.

A los 15 días más o menos, después de acercamientos metiendo la mano en la jaula con pipas y haber conseguido que comiera de mi mano sin ningún miedo, empezó a ponerse arisca. Venía, cogía la pipa, la tiraba y me picaba muy fuerte emitiendo uno de esos chillidos como diciendo que era ella la que dominaba la situación. Parecía que ya no le gustaba aquello. Dejó de comer las pipas que tanto le gustaban.

Informándome en varios foros, y viendo lo bueno que era sacarlos de su jaula para que disfrutaran de unos momentos de libertad y a la vez que hicieran ejercicio para estirar las alas nos decidimos a dar el gran paso.

Esperé un día en el que no estuviera sola para así poder tener ayuda en el momento de devolverla a la jaula.

La primera vez que la soltamos se pasó volando de una lado a otro del comedor asustadísima, buscando lugares altos donde refugiarse y emitiendo sus ya famosos chillidos.

Estas fotos son de su primera salida.

roseicolli (12K) agapornis (19K) agaporni (14K)

Para cogerla tuve que estar persiguiéndola sin descanso, subiéndome a las sillas para intentar alcanzarla. Creo que me cansé antes yo de correr que ella de volar. Pero en una de sus huidas no llegó a alcanzar bien el lugar donde quería posarse cayendo al suelo, y aprovechamos para tirarle una camiseta por encima para cazarla. La cogimos con cuidado pero con tan mala fortuna que al no ver bien como estaba colocada, la cogimos del revés y aprovechó para darle un picotazo a mi marido que le arrancó un trozo de piel y le hizo sangre… menudo piercing!!! Y, volvieron a empezar los chillidos que hacía días que habían ido disminuyendo.

El segundo día la solté estando yo sola y pasó más o menos lo mismo que el día anterior. Coloqué estratégicamente sillas por todo el comedor en los sitios en los que ella iba a refugiarse, y me pasé como media hora corriendo de un sitio a otro y subiendo y bajando de las sillas. Era como una película de cine cómico. Finalmente me tuve que ayudar de un cubo grande de plástico transparente para cazarla aprovechando que estaba cansada y se había posado en la cenefa del comedor.

Pero la tercera vez que la saqué decidí no perseguirla para cogerla pues se asustaba más. Le puse la jaula con las puertas abiertas por si quería entrar, pero nada. Se pasó unas 4 o 5 horas subida a la lámpara del comedor muerta de miedo. Llegó la hora de comer y así lo hicimos, con ella observándonos desde lo alto de la lámpara y sin hacer intentos de bajar. Pero con el paso de las horas, el hambre y la sed hicieron el milagro y cuando vio que tenía mijo en la mano vino volando a mi, muerta de hambre. Pudimos filmarlo y os pongo el video del primer día que vino volando a comer en mi mano. Así fue como pude meterla, despacito para no asustarla, de nuevo en la jaula.

Este es el gran momento.

Las veces siguientes utilicé el mismo truco. No la podíamos coger, pero desde lo alto de la lámpara nos vigilaba mientras comíamos y su curiosidad era tan fuerte que no dudaba en volar a la mesa y mirarnos fijamente. No se dejaba coger, pero no dudaba ni un momento en meterse en nuestros platos o en mi vaso de agua.

agapornis roseicolli (41K) agapornis roseicollis (37K)

Eso sí, era ella la que mandaba, nosotros no la podíamos ni tocar.

El hecho de soltarla fue lo que en realidad obró el milagro, la hizo más dócil. La dejaba salir de la jaula un par de veces al día, pero para meterla la tenía que engañar. Ya se posaba en nuestras cabezas y venía a mi dedo, y cuando venía, zas, aprovechaba a meterla en la jaula. Y algún que otro picotazo de protesta me llevaba.

Y poco a poco se fue convirtiendo en un animalito muy cariñoso que siempre la teníamos encima reclamando mimitos. Y por suerte para nuestros oídos dejó de emitir aquel sonido tan desagradable del principio.

Cada vez que me picaba le decía un NO! muy fuerte y la regañaba. Otras veces le daba algún golpecito en el pico o le zarandeaba la cabeza. Otras veces la metía castigada a la jaula.

Con el tiempo, y una vez pasada la edad del “pavoporni” dejó de picar fuerte.

Volaba por todo el comedor y venía a posarse en el respaldo del sofá para mirarme. Yo la llamaba y movía la mano dejándola quieta a un palmo del respaldo y ella venía a fisgonear hasta el día en que se puso debajo de la palma de mi mano y se dejó acariciar.

Ahí fue como empezó nuestro primer juego. Yo la llamaba reclamándola con la mano es incitándola a poner la cabeza en el respaldo para acariciarla. Le decía: Pon la cabeza aquí, y ella muy obediente, agachaba la cabeza y se dejaba acariciar.

Os pongo unos videos de lo que conseguimos con ella.

Aquí al principio dejándose hacer mimitos.

Su primer baño.

Jugando al futbol.

Reclamando su ración diaria de mimitos.

Llegó a ser tan dócil que cuando llegaba mi marido volaba a saludarle. Se posaba en su cabeza o en su hombro y le ofrecía un silbido. Con mis hijos no paraba, ni uno ni otra querían nada con ella y llegó a ganárselos. Era una más de la familia. Reclamaba la atención de todo el mundo. Cuando llegaba una visita a casa tenía que meterla en la jaula porque solo quería estar encima de la gente.

Le pedías besitos y parecía que te los diera, te piaba suave cerca de la cara.

Llegó a aprender su nombre y a imitar los estornudos. El único video que tengo es de la primera vez que dijo su nombre y no se oye muy claro, pero cuando estaba sola en la jaula empezaba la sesión de parloteo. Solo oías Phoebe (Fibi) y estornudos para llamar la atención y recordarte que estaba allí para que la sacaras.

Le encantaba jugar con nosotros y dormirse en mi regazo. Lo que más le gustaba es que le acicalara las plumas. Yo creo que me tomó como a su pareja… En el momento de la muda de las plumas ella se acicalaba y se dejaba ayudar. Yo le rascaba los cañones de las plumas a las que ella no llegaba, porque aunque son animales muy flexibles (la cabeza les vuelta como la de la niña del exorcista) no llegan bien a la parte posterior del cuello.

Fue una hembrita muy precoz. Digo hembra porque aunque no la sexamos, lo hizo ella solita con su comportamiento… Empezó a picotear el papel y a hacer bolitas que se metía en la rabadilla. Era como una obsesión. Yo la llamaba cariñosamente “la máquina de hacer confeti”. No hacía falta una destructora de papel, todo lo que quisiera destruir de facturas o cosas del banco, solo tenía que dejárselo a su alcance. Vamos, que le dabas un billete de 500€ y te lo dejaba hecho moneditas de 5 céntimos, jajaja

agaporni roseicolli (33K)

A medida que iba pasando el tiempo empezó a notársele el celo y nos hacía “el avión” continuamente.

agapornis haciendo el avion (38K) agaporni roseicollis (47K)

Hasta que un buen día se empezó a ponerse pachucha. No sabíamos qué le podía estar pasando. Fue una experiencia muy estresante porque pensábamos que se nos moría, Pasó de ser el terremoto de casa a estar horas encima nuestro acurrucada y respirando con dificultad.

roseicolli cara roja (35K)

Consultando en los foros me comentaron que aunque era muy jovencita, apenas tenía 6 meses, podía ser un huevo que se le hubiera encallado y que era muy peligroso pues podía morirse.

Desesperada y sin saber qué hacer pues no hay veterinarios de exóticos por aquí, le estuve untando la cloaca con aceite con la ayuda de un bastoncito de algodón (de los de limpiarse las orejas) para facilitarle la expulsión por si en realidad era un huevo, como había leído por algún foro. Se tenía que ir con mucho cuidado de que no le rompiéramos el huevo dentro pues podría morirse. Y he aquí el resultado de la agonía…

roseicollis cara roja (20K)

Decidimos construirle un parque de juegos para que estuviera entretenida…

Al principio no le hacía caso hasta que vio que yo jugaba con ella, o más bien, le tocaba las cosas que ella ya creía de su propiedad pues, todo hay que decirlo, son animales muy territoriales y posesivos. Ellos siguen el lema: Lo tuyo es mío y lo mío… también!!!

Pero su instinto maternal era más fuerte que cualquier cosa que le pudiéramos dar. Por más que intentáramos no hacerle caso cuando hacía el avión, que la metiéramos en la jaula sin nido, sin saquito, sin nada que le recordara que era una hembra, no lo logramos.

Tuvo dos puestas más a intervalos de mes y medio más o menos entre ellas. Eran tan fuertes sus ganas de poner que le daba igual no tener un nido para hacerlo y lo ponía donde le venía mejor.

agaporni cara roja (45K)

En la primera puesta puso un solo huevo, y mejor así porque le costó sangre, sudor y lágrimas.

No paraba de cortejarme, creo que me tomó por su pareja. Se me subía a la cabeza, si estaba estirada se me ponía en el pecho y empezaba su danza… yo le llamaba cariñosamente “el baile del Chiki- chiki”.

Tuve que ausentarme unos días por una operación. Yo tenía miedo de que me olvidara, o de que me sustituyera por alguien de mi familia y al volver ya no me hiciera caso. Pero no fue así, al volver estaba más pegajosa conmigo que antes… y también pude volver a casa antes de lo que esperaba por lo que solo estuvo un par de días sin mi. Al volver solo quería estar encima mío como dándome a entender que me había echado de menos.

agapornis cara roja (24K)

Así que viendo que no había manera de frenar sus ganas de ser mamá, decidimos buscarle un novio.

El elegido fue Àtila, un machito autosexado. No quería arriesgarme a que fuera otra hembra y tener puestas de huevos sin parar…

Podía haber elegido entre infinidad de mutaciones para poder sacar más variedad de pollitos pero preferí un autosexado para evitar tener puestas de dos hembras.

verde cara naranja (17K)

Aquí el día de la presentación oficial.

ancestrales cara roja y cara naranja (19K) roseicollis cara naranja y cara roja (29K) agapornis ancestrales (39K)

Aunque costó un poquito pues son animales muy territoriales, sobre todo las hembras, empezó a aceptar al pequeñín. Gracias a él pude ir cambiándole la alimentación de semillas a pienso por la comodidad que me suponía, y lo logré al ver que el peque comía y ella que era una celosilla chafardera, no dudó en querer lo mismo que él.

Aunque iba aceptando al peque, siempre la tenía encima pegada como una lapa. Venía a mí y me seguía haciendo el avión, cortejándome, dándome besitos.

Todo el miedo que tenía de que no me hiciera caso al tener compañía dejó de preocuparme pues veía que no nos abandonaba. Aunque claro, el peque aún no era realmente su pareja.

La pena es que no pude llegar a comprobarlo. No llegué a ver como se formaban como pareja y poder comprobar si yo pasaba a un segundo plano. Un desgraciado accidente se la llevó de mi lado sin que pudiera evitarlo.

Todo lo bueno que tenía fue lo que la mató, pobrecita... ella solo quería ir a donde yo iba, si yo salía de la habitación ella volaba tras de mi, aunque intentara que no viniera, ella volaba hacia la puerta en un vuelo en plan kamikaze y se colaba por cualquier rendija que quedara. Y en un descuido no la vi venir detrás de mí y al cerrar la puerta se golpeó contra ella (o la enganché yo al empujar la puerta para cerrar, no lo sé bien pues fue todo muy rápido) y murió a los pocos minutos. Fue un momento muy triste, sentía algo que me oprimía el corazón y que me dificultaba la respiración el verla allí agonizando, me mareaba y veía como todo se volvía oscuro a mi alrededor y un sentimiento de culpa terrible empezó a martillearme la cabeza. Todos los que hayan pasado una experiencia similar me entenderán. La enterramos en un jardín debajo de un naranjo.

Solo estuvo 6 o 7 meses con nosotros, pero llegó a ser una gran experiencia.

Siempre me quedará la duda de saber hasta donde hubiera llegado en su aprendizaje. Quizá hubiera logrado muchas cosas con ella, o quizá se hubiera acercado más a su pareja que a mí y hubiera sido el final de nuestra estrecha relación.

Ya solo me queda el recuerdo y el agradecimiento a ese bichito tan especial que me hizo entrar en el fascinante mundo de los agapornis.

Y aunque ahora tengo dos agapornis de los que llamamos palilleros y que he criado yo con papilla desde peques, no creo que consiga con ellos ni la mitad de lo que conseguí con Phoebe. Por todo ello…

GRACIAS PHOEBE ALLÍ DONDE ESTÉS. SIEMPRE TE LLEVARÉ EN MI RECUERDO.

ALGUNAS DE SUS MEJORES FOTOS Y VIDEOS Y LINKS DEL FORO DONDE SE EXPLICAN ALGUNAS DE SUS COSITAS.

agapornis roseicolli ancestral (25K) agapornis roseicollis ancestrtal (21K) roseicolli ancestral (52K)

Phoebe baila el chiki chiki!!!

El cortejo de Phoebe

Oceans eleven agapornil...

Muchas gracias Phoebe por tu historia

COQUI